07/11/09
Hace mucho tiempo atrás los hombres inventaron el idioma para representar en símbolos aquellas cosas que pudieran ver o experimentar. De este modo fueron nombrando todo a su alrededor.Sin embargo, notaron que aunque las palabras fueran representativas, las vivencias eran infinitamentes mas fuertes y su impresión escapaba muchas veces de los límites de esos símbolos.El día menos pensado aconteció que las palabras que no satisfacían las necesidades comunicativas de los hombres se revelaron. Se fueron. Viajaron durante mucho tiempo hacia un mundo inteligible, un mundo onírico.Dolidas por no haber sido lo suficientemente buenas para los hombres se vengaron. Tomaron a éstos y los llevaron a conocer aquel lugar, donde es posible romper los límites, crear límites, hallarlos, donde el tiempo es de plastilina.¡Tanta sorpresa hubo en las mentes de los pobres humanos! Tal vez la sensación fue similar a la percibida a causa de la primera imagen que pudieron vislumbrar en sus vidas.Sucedió entonces que así como los hombres no podían igualar en palabras las impresiones, no pudieron transmitir con sus cuerpos aquel mundo que apreciaron durante la venganza verbal.Desde aquel entonces el hombre vaga por el universo, rico de experiencias, pero incompleto e insaciable.
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