viernes, 26 de febrero de 2010

La curación del sufrimiento


Por Silo (extraido de http://www.silo.net/)

Si has venido a escuchar a un hombre de quien se supone se transmite la sabiduría, has equivocado el camino porque la real sabiduría no se transmite por medio de libros ni de arengas; la real sabiduría está en el fondo de tu conciencia como el amor verdadero está en el fondo de tu corazón. Si has venido empujado por los calumniadores y los hipócritas a escuchar a éste hombre a fin de que lo que escuchas te sirva luego como argumento en contra de él, has equivocado el camino porque este hombre no está aquí para pedirte nada, ni para usarte, porque no te necesita. Escuchas a un hombre desconocedor de las leyes que rigen al Universo, desconocedor de las leyes de la Historia, ignorante de las relaciones que rigen a los pueblos.
Este hombre se dirige a tu conciencia a mucha distancia de las ciudades y de sus enfermas ambiciones. Allí en las ciudades, donde cada día es un afán truncado por la muerte, donde al amor sucede el odio, donde al perdón sucede la venganza; allí en las ciudades de los hombres ricos y pobres; allí en los inmensos campos de los hombres, se ha posado un manto de sufrimiento y de tristeza. Sufres cuando el dolor muerde tu cuerpo. Sufres cuando el hambre se apodera de tu cuerpo. Pero no solo sufres por el dolor inmediato de tu cuerpo, por el hambre de tu cuerpo. Sufres, también, por las consecuencias de las enfermedades de tu cuerpo.
Debes distinguir dos tipos de sufrimiento. Hay un sufrimiento que se produce en ti merced a la enfermedad (y ese sufrimiento puede retroceder gracias al avance de la ciencia, así como el hambre puede retroceder pero gracias al imperio de la justicia).
Hay otro tipo de sufrimiento que no depende de la enfermedad de tu cuerpo sino que deriva de ella: si estás impedido, si no puedes ver, o si no oyes, sufres; pero aunque éste sufrimiento derive del cuerpo, o de las enfermedades de tu cuerpo, tal sufrimiento es de tu mente.
Hay un tipo de sufrimiento que no puede retroceder frente al avance de la ciencia ni frente al avance de la justicia. Ese tipo de sufrimiento, que es estrictamente de tu mente, retrocede frente a la fe, frente a la alegría de vivir, frente al amor. Debes saber que este sufrimiento está siempre basado en la violencia que hay en tu propia conciencia.
Sufres porque temes perder lo que tienes, o por lo que ya has perdido, o por lo que desesperas alcanzar. Sufres porque no tienes, o porque sientes temor en general... He ahí los grandes enemigos del hombre: el temor a la enfermedad, el temor a la pobreza, el temor a la muerte, el temor a la soledad. Todos estos son sufrimientos propios de tu mente; todos ellos delatan la violencia interna, la violencia que hay en tu mente.
Fíjate que esa violencia siempre deriva del deseo. Cuanto más violento es un hombre, más groseros son sus deseos. Quisiera proponerte una historia que sucedió hace mucho tiempo.
Existió un viajero que tuvo que hacer una larga travesía. Entonces, ató su animal a un carro y emprendió una larga marcha hacia un largo destino y con un límite fijo de tiempo. Al animal lo llamo Necesidad, al carro Deseo, a una rueda la llamó Placer y a la otra Dolor.
Así pues el viajero llevaba su carro a derecha e izquierda, pero siempre hacia su destino. Cuanto más velozmente andaba el carro, más rápidamente se movían las ruedas del Placer y del Dolor, conectadas como estaban por el mismo eje y transportando como estaban al carro del Deseo.
Como el viaje era muy largo, nuestro viajero se aburría. Decidió entonces decorarlo, ornamentarlo con muchas bellezas, y así lo fue haciendo. Pero cuanto más embelleció el carro del Deseo más pesado se hizo para la Necesidad. De tal manera que en las curvas y en las cuestas empinadas, el pobre animal desfallecía no pudiendo arrastrar el carro del Deseo.
En los caminos arenosos las ruedas del Placer y el Sufrimiento se incrustaban en el piso. Así, desesperó un día el viajero porque era muy largo el camino y estaba muy lejos su destino. Decidió meditar sobre el problema esa noche y, al hacerlo, escuchó el relincho de su viejo amigo. Comprendiendo el mensaje, a la mañana siguiente desbarató la ornamentación del carro, lo alivió de sus pesos y muy temprano llevó al trote a su animal avanzando hacia su destino.
No obstante, había perdido un tiempo que ya era irrecuperable. A la noche siguiente volvió a meditar y comprendió, por un nuevo aviso de su amigo, que tenía ahora que acometer una tarea doblemente difícil porque significaba su desprendimiento. Muy de madrugada sacrificó el carro del Deseo. Es cierto que al hacerlo perdió la rueda del Placer, pero con ella perdió también la rueda del Sufrimiento. Montó sobre el animal de la Necesidad, sobre sus lomos, y comenzó al galope por las verdes praderas hasta llegar a su destino.
Fíjate como el deseo puede arrinconarte. Hay deseos de distinta calidad. Hay deseos más groseros y hay deseos más elevados. Eleva el deseo, supera el deseo, purifica el deseo, que habrás seguramente de sacrificar con eso la rueda del placer pero también la rueda del sufrimiento. La violencia en el hombre, movida por los deseos, no queda solamente como enfermedad en su conciencia, sino que actúa en el mundo de los otros hombres ejercitándose con el resto de la gente. No creas que hablo de violencia refiriéndome solamente al hecho armado de la guerra, en la que unos hombres destrozan a otros hombres.
Esa es una forma de violencia física. Hay una violencia económica: la violencia económica es aquella que te hace explotar a otro; la violencia económica se da cuando robas a otro, cuando ya no eres hermano del otro, sino que eres ave de rapiña para tu hermano. Hay, además, una violencia racial: ¿crees que no ejercitas la violencia cuando persigues a otro que es da una raza diferente a la tuya, crees que no ejerces violencia cuando lo difamas por ser de una raza diferente a la tuya? Hay una violencia religiosa: ¿crees que no ejercitas la violencia cuando nos das trabajo, o cierras las puertas, o despides a alguien, por no ser de tu misma religión? ?Crees que no es violencia cercar a aquel que no comulga con tus principios por medio de la difamación; cercarlo en su familia, cercarlo entre su gente querida, porque no comulga con tu religión? Hay otras formas de violencia que son las impuestas por la moral filistea.
Tú quieres imponer tu forma de vida a otro, tú debes imponer tu vocación a otro... ¿pero quién te ha dicho que eres un ejemplo que debe seguirse? ¿Quién te ha dicho que puedes imponer una forma de vida porque a ti te place? ¿Dónde está el molde y dónde está el tipo para que tú lo impongas?... He aquí otra forma de violencia. Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y la meditación interna. No hay falsas puertas para acabar con la violencia. Este mundo está por estallar y no hay forma de acabar con la violencia! No busques falsas puertas!.
No hay política que pueda solucionar éste afán de violencia enloquecido. No hay partido ni movimiento en el planeta que pueda acabar con la violencia. No hay falsas salidas para la violencia en el mundo... Me dicen que la gente joven en distintas latitudes está buscando falsas puertas para salir de la violencia y el sufrimiento interno. Busca la droga como solución. No busques falsas puertas para acabar con la violencia. Hermano mío: cumple con mandatos simples, como son simples éstas piedras y ésta nieve y éste sol que nos bendice.
Lleva la paz en ti y llévala a los demás. Hermano mío: allá en la historia ésta el ser humano mostrando el rostro del sufrimiento, mira ese rostro del sufrimiento... pero recuerda que es necesario seguir adelante y que es necesario aprender a reír y que es necesario aprender a amar. A ti hermano mío arrojo ésta esperanza, ésta esperanza de alegría, ésta esperanza de amor para que eleves tu corazón y eleves tu espíritu, y para que no olvides elevar tu cuerpo.

sábado, 6 de febrero de 2010

Serias roca

Por Pablo Ovejero Matto

Si me vieras acá, escuchando esto, no llorarías, no te asustarías, no te conmoverías: tu espalda se transformaría en roca, en montaña, en la montaña que nos flanqueba cuando eras tan extrañamente bella que no lo eras. Serías roca, como sos roca ahora, en el viento, en las hojas, en los rígidos muros y en la suave humedad que nos sostiene estos días de verano. Roca como la vida que no es mía, siendo mi cuerpo quién la vive, siendo yo mismo quien la mantiene; entendiendo dentro del cráneo, que no hay condición que pueda contra la voluntad, pero sintiendo montañas: al frente, atrás, y en los rabillos de los ojos. Roca como ese cielo, roca como el infierno, roca como todo lo que me queda por decidir, como todo lo que en mis manos puede arder en ascuas y ser espada, estaca, o cincel; como todo lo que en ellas puede ser polvo y cada vez más roca, junto conmigo y mis dedos, mis brazos, mis hombros, mis intestinos, corazón... y hasta el último suspiro, roca suspirada. Roca en mis recuerdos, roca en mis fantasías, pero brisa en mi pecho. ¿Cómo supiste que iba a escribir esto? Ah, cierto. No lo sabés. Si lo supieras serías roca, espalda, celda, Muerte. Voy a llamar a tu casa para saber si te convertiste en roca, quizás entonces me convierta en brisa. Quizás siendo brisa pueda acariciarte para siempre, volando suavemente alrededor de tu épica aspereza, desde el verdor vital de tus valles hasta la pureza cenital de tus cumbres nevadas.Áspera, Vital, Cenital.Serías roca. Pero no llamé. Serías roca pero no me ves. Sos exactamente aire, el aire que flota pesadamente entre espejos adentro de este globo de hueso que se sostiene en el tiempo y sus promesas, las promesas que siempre parecen haber sido espejos. A mi nunca me prometió recordar, sin embargo es lo único que cumplió. ¿Qué hay ahora en el aire? Espejos de colores, y el oro que se lo lleve el tiempo a ese lugar de dónde él viene, siempre lo devuelve a los mejores. Pero quizás te lo devuelva a vos; el sol de oro quizás era tuyo, si en los espejos puedo ver tu sonrisa cenital, los ojos áureos, esmeraldas bañadas en miel, incrustadas en tu rostro cándido; todavía se reflejan los rayos ígneos que quemaron todo, que me vaciaron debajo de la piel y el Dr. Tiempo sigue contando cenizas con sarcasmo. Cenizas detrás de la montaña, quizás. Quizás roca gris, pero... quizás, (¡Esperanza venenosa!),.. quizás en un grano de arena, tu velo dorado sobre nuestras bocas sedientas en el firmamento..




¿Y el robot quién más? La montaña.

jueves, 4 de febrero de 2010

Apologética de la contracepción

Por Gonzalo Seid
La marginalidad puede considerarse como el mayor problema social de la actualidad y esto ya sea desde un punto de vista más bien conservador preocupado por la amenaza a la seguridad que la población marginal significa para el resto de la población o desde una perspectiva que atienda al deterioro de la dignidad humana que implican las condiciones de vida de la población indigente. En términos del sistema económico se trata de una población excedente despojada de las capacidades productivas que se requieren para vender su fuerza de trabajo en el mercado y por ello con muy escasos recursos para el consumo. La alta tasa de natalidad de esta población potencia el problema tanto en lo numérico por el aumento en la cantidad de individuos que vivirán en esta situación de extrema pobreza como en términos de calidad de vida puesto que serán mayores los gastos necesarios para sostener familias más numerosas, no habiendo una contrapartida de ingresos proporcional al aumento demográfico por tratarse justamente de sujetos con una capacidad productiva de su trabajo muy deteriorada por la marginalidad -desde desnutrición y adicciones hasta falta de conocimientos y experiencia laboral-.La situación de marginalidad se vuelve aún más opresiva en el caso de las mujeres madres de familias numerosas. La marginalidad, el patriarcado y la falta de una política eficaz de salud reproductiva condenan a estas mujeres a la opresión que significa la gestación y crianza de su numerosa prole sin contar con los medios económicos básicos para ello. Una política de salud reproductiva que apunte a reducir significativamente los niveles de natalidad en esta población lograría reducir el número de individuos marginales, mejorar la situación de carencia dado que se requerirían menores gastos para el sustento de estas familias y un alivio en la situación de opresión reforzada de las madres marginales.Fuertes campañas de concientización y educación sobre métodos anticonceptivos y programas de planificación familiar así como un acceso fácil y gratuito a preservativos, píldoras y dispositivos intrauterinos se vuelven fundamentales para regular la natalidad de la población marginal cuya situación se agrava al ritmo de su crecimiento demográfico. Pero el punto central es la urgente necesidad de legalización y acceso gratuito al aborto para acabar con la desigualdad que significa que esta intervención sea practicada sin riesgos por los sectores sociales que pueden pagarla para que se realice en condiciones adecuadas de higiene y con profesionales idóneos mientras que los que no cuentan con recursos para ello -que por otra parte son quienes más necesitan evitar embarazos para no profundizar su situación de carencia- se ven imposibilitados de acceder a esta intervención o si lo hacen es poniendo en riesgo la salud y la vida de las mujeres.
Por Dario Ergas Benmayor

Hay un lugar muy cercano,
en que lo humano está conectado.
Mis acciones viven en ti
mi vida vive en ti,
no existe muerte para la vida.
Hay un lugar muy cercano,
en que todo está conectado.



Buscamos verdades verdaderas,
y luchamos,
como quijotes,
como computadoras,
y llegamos al final.



Lo que me pasa a mi, te pasa a ti,
la alegría es mucho más alegría, de lo que la tristeza es tristeza
la bondad es mucho más bondad, de lo que la maldad es maldad,
la dulzura es mucho más dulzura, de lo que la amargura es amargura,
Lo que te pasa a ti, me pasa a mi.



La vida no conoce término,
no es el caminar del cuerpo,
intensa luz original,
comprensión de todo y de la palabra Todo.
Instante de infinito presente,
de luz blanca esplendorosa,
en esta alegría gozosa,
en este origen sin fin
estas tú,
lo buscado, lo amado, lo añorado.  

lunes, 1 de febrero de 2010

Castigo lírico

Por Ibel Carri
07/11/09

Hace mucho tiempo atrás los hombres inventaron el idioma para representar en símbolos aquellas cosas que pudieran ver o experimentar. De este modo fueron nombrando todo a su alrededor.Sin embargo, notaron que aunque las palabras fueran representativas, las vivencias eran infinitamentes mas fuertes y su impresión escapaba muchas veces de los límites de esos símbolos.El día menos pensado aconteció que las palabras que no satisfacían las necesidades comunicativas de los hombres se revelaron. Se fueron. Viajaron durante mucho tiempo hacia un mundo inteligible, un mundo onírico.Dolidas por no haber sido lo suficientemente buenas para los hombres se vengaron. Tomaron a éstos y los llevaron a conocer aquel lugar, donde es posible romper los límites, crear límites, hallarlos, donde el tiempo es de plastilina.¡Tanta sorpresa hubo en las mentes de los pobres humanos! Tal vez la sensación fue similar a la percibida a causa de la primera imagen que pudieron vislumbrar en sus vidas.Sucedió entonces que así como los hombres no podían igualar en palabras las impresiones, no pudieron transmitir con sus cuerpos aquel mundo que apreciaron durante la venganza verbal.Desde aquel entonces el hombre vaga por el universo, rico de experiencias, pero incompleto e insaciable.